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Atrapasueños, un proyecto cultural andaluz y desde la izquierda. Por Luis Cotarelo

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“Desde” y no “de”, porque es desde los movimientos sociales de las izquierdas y anticapitalistas, desde donde salieron (y siguen saliendo) las personas que movilizan sus sueños comunes para hacer realidad una plataforma editorial que sirviera como altavoz. Y no “de”, porque Atrapasueños no es propiedad de nadie. Es una cooperativa que nace como herramienta para crear y compartir información, opinión y cultura, que de otra manera nunca podría darse a conocer.
En Andalucía, históricamente, ha tenido mucha importancia el movimiento autogestionario de una población totalmente explotada por señoritos e iglesias. La solidaridad de los comunes, la lucha por la justicia, la colectividad en el vivir y en el pensar, son valores que Andalucía ha tenido metida en vena siempre. Pues es de aquí, de estos sentidos autogestionarios y solidarios de los que se nutre el carácter de Atrapasueños, cooperativa cultural y editorial.
En los momentos actuales – siglo  XXI ya – en plena “crisis”, con 6.000.000 de personas en desempleo, más de un 30 % de la población andaluza en la pobreza, y muchos más dolores que nos llegan al estómago y a veces no nos dejan ni reaccionar, echar la vista atrás cuesta. Pero yendo a los inicios de nuestro proyecto cultural y fijándonos en el primer título que publicamos, allá en los comienzos del 2000, “La república de las letras”, entenderemos cuál fue nuestro primer carácter. Se trataba de contar la experiencia de un colectivo de teatro infantil para la transformación social. Cultura, política y cercanía con las problemáticas de la gente de la calle, de nuestros iguales. Desde la calle para la calle, con los pies bien asentados en ella. Ése era – y es – nuestro carácter. Y en estos años, ya había mucha gente pasándolo mal. Cuando se suponía que España iba bien, seguía siendo solo para unos pocos. Eso no se nos tiene que olvidar. Las clases trabajadoras, campesinas, en Andalucía, siempre han estado, como mucho, arañando el bienestar. Es cierto que hubo un espejismo donde parecía que el tener era el ser, y que lo material sustituía tener que deslomarse más de 12 horas al día para ganarlo. Pero aquí, esta tierra ha conocido siempre a esos que no tuvieron que trabajar nunca para tener su riqueza. Ha conocido siempre a los de las élites de lo privado gorroneando lo público, los terratenientes, los “culturetas” que hablaban de la “cultura andaluza” sin conocer a sus gentes, los grandes fuegos artificiales culturales que nada tenían que ver con las clases populares, y que muchas veces ni podían llegar a verlos. Vidas y culturas de escaparate. Artificios andaluces sin los y las andaluzas. Sobre todo sin ellas. Las mujeres doblemente castigadas con la pobreza y con el olvido, por ser clase trabajadora y por ser mujeres.

 

La dignidad no se evapora, la dignidad resiste, pese a los ataques que recibe en forma de paro y pobreza.


Y no nos podíamos dejar arrebatar la cultura, nuestro poder decir las cosas como las vivimos, como las sentimos, como las hacemos. Nadie tenía que hablar por nosotros. Nadie tenía que decirnos cómo era nuestro pueblo, nuestra historia, porque ya la sabíamos, pero no nos querían escuchar. Y ahí, en esos contextos y esas necesidades, quisimos abrir caminos de opinión y de cultura que antes permanecían cerrados.  Momentos de luchas antiglobalización, contra el paro, contra la represión, etc. ¿Nos suena? Por eso, aunque mirar atrás cuesta, no debemos perder de vista que hace 14 años, el capitalismo nos tenía igual de oprimidos. Los de arriba nos vejaban de la misma manera. Y nuestra reacción fue dar pasos al frente, unidos por la cultura, por las luchas ciudadanas, por ser altavoz.
Comenzamos a hacer libros cercanos, de nuestros colectivos, de nuestra gente. Enseguida se vio que la necesidad era real y que con los recursos limitados, pero con muchas ganas, se podían hacer muchas cosas. Luchas jornaleras, luchas internacionales, memoria histórica, recuperábamos lo que pasaba, lo poníamos en valor y nos servía a sí mismo como herramienta para seguir luchando. Porque siempre hemos tenido claro que los libros no son para colocarlos en estanterías, son para que nos sirvan para hablar, para compartir. Por eso nos lanzábamos a las carreteras, a los pueblos, a presentarlos, a venderlos mano a mano. De ahí nuestra “librería errante”, que una semana estaba en la sede del SOC de un pueblo de Jaén y la semana siguiente estaba en unas jornadas universitarias de participación en Sevilla.
Siempre hemos creído que no basta con hacer libros “alternativos”, sino que tenemos que crear la alternativa, tanto en la producción de contenidos, como en la distribución. Si la cultura se empaqueta y se vende como si fueran perfumes, poca transformación conseguimos. Por eso Atrapasueños somos un movimiento, no somos una empresa al uso. Queremos cultura con pueblo y pueblo con cultura. Y nos movemos para eso.
Nuestra experiencia después de casi 15 años de proyecto cultural, recorriendo Andalucía entera, podríamos resumirla en todo lo que hemos aprendido. La imagen que se tiene de nuestro pueblo no se corresponde a la realidad. Por eso empezábamos recordando nuestra cultura de solidaridad y lucha. Porque lo hemos visto en los rincones donde hemos estado. Porque la dignidad no se evapora, la dignidad resiste, pese a los ataques que recibe en forma de paro y pobreza. Y en nuestro proyecto, que es por la dignidad cultural, que es por la voz de Andalucía, nos impregnamos de la dignidad que nos enseñan nuestros autores, nuestros protagonistas de las historias, nuestros lectores y nuestros compañeros y compañeras cooperativistas.
Por un camino andan las instituciones, los burócratas y las élites. Por otro camino, normalmente a kilómetros de distancia, andamos con nuestra gente, intentando poner la nota discordante, hacer lo que nadie hace, creando opinión con la opinión de los sin voz, recuperando memorias, comprometiéndonos con quien se compromete.

Luis Cotarelo Álvarez (Presidente de Atrapasueños, S. Coop. And.)

Que nuestra habilidad sea crear leyendas a partir de la disposición de las estrellas,
pero que nuestra gloria sea olvidar las leyendas y contemplar la noche limpiamente.

Leonard Cohen