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Los alcaides del Castillo de Íllora

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En el reciente trabajo sobre los tenientes de alcaide del Castillo de Íllora, publicado en ediciones del Área de Cultura del Ayuntamiento de Íllora y mía propia, se relacionan los siete personajes que desempeñaron dicho cargo:
1) Alfonso Dias Vanegas.
2) Francisco de Bilbao.
3) Cristobal de Bilbao, hijo del anterior.
4) Pedro de Clavijo, hijo del alcaide de Iznájar, Juan Pérez de Clavijo.
5) Cristobal Navas de Puebla, hijo del licenciado Pedro Lopez de Puebla, abogado de la Chancillería de Granada.
6) Juan de la Cueva, capitán y escribano de la villa de Íllora.
7) Gregorio de la Peña, capitán y escribano de la villa de Íllora, hijo del también escribano Cristobal de la Peña.
Los dos primeros, Alfonso (o Alonso) Dias Vanegas y Francisco de Bilbao, fueron designados como sus tenientes de alcaide por el propio Gonzalo Fernandez de Cordoba, el Gran Capitán, al ausentarse para emprender sus campañas militares en Italia.
El alcaide Alonso Dias Vanegas tuvo extensas propiedades “en el alquería e cortixo que dizen de Alnarache”, las cuales pasaron a ser después del licenciado Pedro Lopez de Puebla, abogado de la Chancillería de Granada.
Entre los veinticuatro regidores de la ciudad de Granada, quince cristianos y nueve moriscos, según lo proveído por los Reyes Católicos, se encontraba D. Alonso de Venegas formando parte del grupo de nueve moriscos nombrados, por lo que cabe la posibilidad de que este primer teniente de alcaide del Castillo fuese morisco.
(Ver la obra “Los Moriscos del Reino de Granada según el Sínodo de Guadix de 1554”, Antonio Gallego Burín y Alfonso Gámir Sandoval.)
En documento del año 1506, encontramos como “alcayde en la Fortaleza desta dicha vylla de Yllora” a Francisco de Bilbao.
El alcaide Francisco de Bilbao tuvo tres hijos: Cristóbal de Bilbao, que le sucedería en el cargo de alcaide, Ana de Vedya y Maria de Bilbao.
Maria de Bilbao, hermana del alcaide Cristobal de Bilbao, hizo testamento en el año 1557. En dicho testamento María de Bilbao mandaba ser enterrada “en la dicha Yglesya de la dicha villa de Yllora, en la capilla del enterramyento de mys padres.” En estos años no se indicaba en las partidas de defunción de la Parroquia de Íllora el sitio concreto del interior de la Iglesia en donde se hacía el enterramiento, por lo que no sabemos en qué capilla concreta de la Iglesia de Íllora era en donde fueron enterrados el alcaide Francisco de Bilbao y su esposa.

 

Al parecer, Gregorio de la Peña fue el primer alcaide que llegó a utilizar el interior del Castillo como finca rústica para sembrar alcacer; vendiendo dicha cebada, en el año 1627, a Hernando Garcia Berrocal, vecino de Íllora, por 154 reales.


A Cristóbal de Bilbao le sucedió como alcaide Pedro de Clavijo. El primer documento localizado sobre él es del año 1540. Era el hijo mayor del alcaide de Iznájar, Juan Pérez de Clavijo, y de Quiteria de Molina, su mujer.
El quinto teniente de alcaide del Castillo de Íllora que aparece en los documentos consultados fue el capitán Cristobal Navas de Puebla, contino de su majestad. Era hijo del licenciado Pedro Lopez de Puebla y de doña Marina de Navas; el padre conocido terrateniente local que sostuvo enconados pleitos con los moriscos de los anejos de Íllora y también con el Concejo de la villa, de todo lo cual se trata extensamente en mi trabajo “Los moriscos de Íllora y su comarca desde la conquista del año 1486 hasta la rebelión morisca de 1568”, publicado en el año 2011.
La sublevación de los moriscos y la guerra ocurrieron en los años en que era alcaide de Íllora el citado alcaide Cristóbal Navas de Puebla. Íllora sirvió como lugar de alojamiento de los soldados que se reclutaban para combatir con los moriscos sublevados en las Alpujarras, y al alcaide, como representante militar de la villa, le correspondía la organización y el control de todo ello.
El alcaide Cristóbal Navas de Puebla falleció en una fecha comprendida entre el verano del año 1577 y el verano del año 1578. En los últimos años de su vida, aquejado de alguna enfermedad, la residencia del alcaide Navas de Puebla parece estar en la ciudad de Granada. En este periodo de transición el Castillo pudo estar abandonado o sin que nadie estuviera especialmente a su cuidado, pues en el año 1582 fallecía “una criatura de una mujer que bybe en el Castillo...”
 


En el año 1596, Juan de la Cueva aparece por primera vez en los documentos como alcaide del Castillo de Íllora, compatibilizando este cargo con otros oficios, como el de escribano o el de capitán.
Juan de la Cueva tuvo varios esclav@s:
-El 24/05/1592, compraba a Francisca, de 22 años de edad.
-Y el 09/05/1593 se bautizó a María, hija de Francisca, la esclava de Juan de la Cueva.
-En el año 1595, Juan de la Cueva vendía, para un vecino de Granada, a Juan, su esclavo, de edad de 19 años, junto a dos mulas; “las dichas dos mulas en mill y çien reales, y el dicho esclavo en mill y seisçientos reales”, cantidad esta última que recibiría Juan de la Cueva en especie, en el valor de 300 arrobas de bacalao.
-En el año 1599, el “capitán Juan de la Queva”, compraba una esclava llamada Maria, de 22 años de edad. etc.
“Doña Ynes Rodriguez, muger del capitán Juan de la Cueba” fue la primera persona de Íllora que entre las misas y rogativas que mandaba en su testamento incluyó misas a la advocación de San Rogelio; concretamente cinco misas “adbocaçión del señor San Rogelio, mi abogado, por los cinco derramamientos que hiço en su martirio”; y además una memoria de 52 misas anuales “adbocaçión del bienabenturado San Rogelio mártir, mi abogado y Patrón desta billa”.
A continuación de la memoria anterior, mandaba doña Inés que se dijeran también seis misas “adbocación del bienabenturado Apóstol señor Santiago, Patrón Despaña.”
Y preocupada por las almas de sus “criados esclabos” difuntos, mandaba doña Ynes en su testamento que se dijeran veinte misas por las almas de Juan y de Antona, “que fallecieron en mi casa”.

 

En el año 1638, Francisco Martin y Alonso Martin, vecinos de Íllora, excavaron en algún lugar del interior de la Fortaleza “para sacar un tesoro.”


El último alcaide del Castillo de Íllora que mencionan los documentos consultados fue Gregorio de la Peña. Gregorio era hijo del escribano Cristobal de la Peña y de Catalina de Sena; nació en el año 1575 y fue el séptimo de los hijos del matrimonio.
Gregorio de la Peña y su hermano Bernardo se vieron envueltos en un pleito con el síndico personero de la villa y otros vecinos; y entre todos llegaron a un acuerdo, el 06/03/1612, por el que los dichos Gregorio y Bernardo de la Peña se comprometían a que si desde entonces en adelante “pretendieren oficios de alcaldes o escribanos o rejidores, no lo harán por malos medios ni amenaçando ni atemoriçando a los becinos que boten por ellos con amenaças”; mientras que las partes contrarias “no an de persuadir a los beçinos a que no boten por ellos.”
Gregorio de la Peña contrajo matrimonio en el año 1595 con doña Francisca de Rozas, hija del médico de Íllora Francisco Paez de Rabaneda y sobrina de Antonio de Rozas (que participara en la guerra contra la sublevación de los moriscos y de donde trajo como esclavas a Magdalena y a su hija Xinesa, de tres años de edad). Después de que en el año 1601 falleciera Francisca de Rozas, Gregorio de la Peña contrajo nuevo matrimonio con doña Catalina Nuñez de Salmeron.
En tiempos del alcaide Gregorio de la Peña se hacían listas de las armas existentes en la villa; la del año 1597 decía así: “Un alarde y lista de armas del año de [597] donde está la carta de pago de los alcabuçes.” También hacía el año 1618 existía “Un libro de alcaidía y Fortaleça desta villa”.
Al parecer, Gregorio de la Peña fue el primer alcaide que llegó a utilizar el interior del Castillo como finca rústica para sembrar alcacer; vendiendo dicha cebada, en el año 1627, a Hernando Garcia Berrocal, vecino de Íllora, por 154 reales.
En el año 1638, Francisco Martin y Alonso Martin, vecinos de Íllora, excavaron en algún lugar del interior de la Fortaleza “para sacar un tesoro.” Conocido el asunto, fue enviado a esta villa D. Luis de Bocanegra, “juez de Minas y Tesoros”, acompañado de un escribano, repercutiéndoles a los citados vecinos que excavaron en el Castillo 400 reales de salarios por la venida hasta Íllora y las diligencias practicadas.
Prosiguiendo lo actuado, en 1639 el citado señor “juez subdelegado de Minas y Tesoros” citó para que compareciera ante él en la ciudad de Granada, a “Gregorio de la Peña, alcayde de la Fortaleza desta dicha villa en lugar y como tiniente del señor Duque de Sesa, y alguaçil mayor por su majestad de esta dicha billa”.
Parece que a partir de entonces el Castillo contaba habitualmente con doce vecinos que ejercían de soldados “nonbrados y alistados para la guarda y custodia de la dicha Fortaleça”. De los doce soldados que en el año 1646 estaban nombrados para el servicio del Castillo, “Gregorio de la Peña, alcayde de la Fortaleça desta dicha villa, en lugar y como teniente de su excelençia el señor Duque de Sesar”, revocaba a dos de dichos soldados “para que no usen dichas dos plazas ny se les guarde ningunas priminencias en rracón de tales soldados... y en su lugar el dicho alcayde nonbrará otras dos personas... para llenar el número de los doçe que sirben a la dicha Fortaleça.”
Según los documentos localizados hasta ahora, con la muerte, hacia el año 1658, de Gregorio de la Peña, desapareció el cargo de teniente de alcaide del Castillo o fortaleza de Íllora.

                                                                                                                                                            Antonio Verdejo Martín.

Que nuestra habilidad sea crear leyendas a partir de la disposición de las estrellas,
pero que nuestra gloria sea olvidar las leyendas y contemplar la noche limpiamente.

Leonard Cohen