Le Havre, supervivientes del naufragio
"Los milagros existen pero no llegan a mi barrio". (Diálogo de "Le Havre")
Aki Kaurismakï (Orimattila Finlandia,1957) es de ese tipo de directores que poseen un sello propio, reconocible a poco que se haya seguido su trayectoria profesional.
Por el cine de Kaurismakï circulan personajes golpeados por la vida, perdidos en suburbios de ciudades solitarias, esperando que la suerte les cambie, pero la suerte nunca cambia y los milagros nunca llegan.
Kaurismakï quiere a sus personajes, no se recrea en sus patéticas historias, no hurga en su herida, los acompaña en su camino y evita que la desesperanza los doblegue.
El habitual cuadro de actores que emplea el director en sus películas no tiene el glamour de las estrellas precocinadas por Hollywood. Kati Outinen la protagonista de gran parte de sus películas es en su apariencia física una mujer normal, y normal es lo que a ésta particular heroína de Kaurismakï le ocurre, pierde su trabajo, no puede pagar el gas o su marido se gasta el dinero del alquiler en una borrachera imprevista.
Con un estilo cinematográfico caracterizado por su economía de medios: la cámara apenas se mueve, los personajes casi nunca hablan, los planos se prolongan incluso más allá de abandonar los personajes la escena, la música que suena es a través de la radio o en un bar...
Kaurismakï cuenta en Le Havre como a Marcel Marx, un escritor bohemio que ha renunciado a sus ambiciones literarias y disfruta junto a su mujer Arletty de una tranquila existencia, le cambia la vida cuando encuentra a un joven inmigrante.
El cine de Kaurismaki posee la verdad desnuda de Bresson, la honestidad de Ford o la trascendente cotidianeidad de Ozu.
Con su inquebrantable voluntad y optimismo y ayudado por la solidaridad de la mayoría de sus vecinos, Marcel intentará por todos los medios que su joven amigo no caiga en las insensibles redes del estado.
Este argumento tan proclive a tratamientos sensibleros en manos de otros directores lo resuelve Kaurismaki con su peculiar sentido del humor tan cercano a Jacques Tati. El cine del finlandés posee la verdad desnuda de Bresson, la honestidad de Ford o la trascendente cotidianeidad de Ozu.
La fotografía de Timo Salminen para la película sobrecoge, una luz que dibuja la tristeza y la espereranza de los personajes.
Le Havre es una película sencilla, alejada de los grandilocuentes sermones sobre la conciencia social a los que estamos tan acostumbrados en estos tiempos.
Kaurismaki pone a salvo a sus personajes y mientras todo se hunde ellos son los únicos supervivientes del naufragio.