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Andalucía rebelde. Por Elena Cortés Jiménez

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Elena Cortés.Consejera de Fomento y Vivienda del Gobierno andaluz

Andalucía se resiste a que otros escriban su historia, se rebela contra quienes pretenden imponerle el camino. Al decir Andalucía, obviamente, me refiero a los hombres y mujeres que habitan esta tierra plural y heterogénea. Porque Andalucía no es un ente abstracto o esencial, ni una construcción identitaria basada en el "nosotros" frente al "ellos". Andalucía es una tierra abierta al mundo cuyos hombres y mujeres, en libertad e igualdad, luchan por sí mismos por un presente digno y un porvenir mejor. Ahí reside su fuerza.
Decía que Andalucía no es una concepción mitificada o basada en rasgos ideales. Pero, por supuesto que el pueblo andaluz se reconoce en unos valores cívicos y constructivos. Y entre estos valores sobresale la rebeldía. La insistencia martilleante de los poderes establecidos en el tópico del andaluz indolente sólo obtendrá frutos si acabamos cayendo en la trampa de creerlo. Es un tópico incierto e interesado, destinado a desactivar la alternativa y ponernos un corsé.
Andalucía es profundamente rebelde. Lo fue el 28 de febrero de 1980, como lo sigue siendo ahora. Lo fue cuando Manuel José García Caparrós salió a la calle en Málaga aquel 4 de diciembre de 1977, como lo sigue siendo ahora. Lo fue cuando Javier Verdejo intentaba escribir en un muro de Almería las palabras "Pan, Trabajo y Libertad" aquella madrugada de agosto de 1976, como lo sigue siendo ahora. Y lo será siempre, inconformista y rebelde. Ahí reside la fuerza de Andalucía.
Porque, parafraseando a Celaya, la rebeldía también es un arma cargada de futuro.
Ya estamos escribiendo nuestro propio presente con rebeldía. No en vano, el dictado capitalista ya tenía escrito un guión preconcebido para Andalucía: el guión de una tierra dócil, resignada y periférica, condenada a asumir sin rechistar un papel subsidiario en Europa, vuelta de espaldas a África y a Latinoamérica, inserta sin más en un bipartidismo que acumula fracasos y decepciones al mismo tiempo que se reinventa con renovaciones superficiales que le permiten ganar tiempo para acumular más fracaso y decepción. Era el guión de una Andalucía hincada de rodillas ante el capital y la troika, ante los especuladores y sus aliados institucionales.
Pero Andalucía se ha rebelado. Y ha utilizado para ello la herramienta más poderosa a su alcance: su soberanía. La democracia. En marzo de 2012, en sus últimas elecciones autonómicas, Andalucía rompió el guión en mil pedazos y dijo no al bipartidismo y no a la resignación. Donde el guión preveía una simple alternancia, Andalucía eligió la alternativa y depositó su confianza en la política como instrumento para cambiar la realidad, para poner la democracia al servicio de los intereses de la mayoría social, de los trabajadores y trabajadoras, de las víctimas (jamás resignadas) de esta inmensa estafa, de esta agresión del poder financiero contra las clases populares que solemos llamar crisis económica. Un instrumento para la regeneración de la vida pública y la elevación de los listones éticos en la gestión de lo que es de todos.

 

El empeño de rebeldía de Andalucía es un gigantesco desafío. Es complicado poner la política al servicio de las clases populares en un Estado, España, cuyos dos principales partidos reformaron la Constitución de la noche a la mañana para garantizar que antes que cualquier derecho deben protegerse los beneficios de la banca.


La política como instrumento para cambiar la realidad. En eso estamos, en construir y consolidar una alternativa. Andalucía es hoy un modelo frente al bipartidismo, un contraplano de las políticas de recorte de derechos y libertades, una china en el zapato de los promotores del discurso único.
Andalucía se rebela contra el papel periférico que quieren asignarle los núcleos de poder económico y se reivindica como uno de los centros del mundo, centro desde el sur de Europa, tierra abierta al Atlántico y al Mediterráneo. Andalucía es la tierra mejor situada del mundo, principio y fin de Europa en el corazón del mundo, enclave perfecto para el intercambio, el trabajo y el bienestar fundado en la solidaridad, y jamás en la explotación del hombre por el hombre. Mienten a conveniencia quienes nos dibujan escorados y marginales en el mapa.
Andalucía es un referente de políticas de resistencia y de avance. Aquí no privatizamos servicios públicos. Aquí defendemos (contra poderosos enemigos) la sanidad pública, la educación pública, el derecho a la vivienda, la inversión basada en criterios de rentabilidad social. Aquí ubicamos la acción institucional en defensa de la mayoría social: cómo garantizar los suministros básicos de luz y agua; cómo atender dignamente a los dependientes; cómo luchar contra los desahucios; cómo evitar la especulación; cómo promover la igualdad entre hombres y mujeres, entre habitantes de pueblos y ciudades... Seguro que hay mucho por mejorar. Aún más seguro que las prioridades son ésas y son innegociables, y más eficazmente podremos defenderlas desde los poderes democráticos cuanto más alta y clara se oiga la voz de la rebeldía en la calle.
El empeño de rebeldía de Andalucía es un gigantesco desafío. Es complicado poner la política al servicio de las clases populares en un Estado, España, cuyos dos principales partidos reformaron la Constitución de la noche a la mañana para garantizar que antes que cualquier derecho deben protegerse los beneficios de la banca (artículo 135). Es complicado fomentar una visión equitativa, global y solidaria de Andalucía cuando las élites locales conservadoras promueven sin descanso discursos de agravio provincial, discursos de taifas que ofenden el mensaje del 28-F tanto como la letra y el espíritu de nuestro Estatuto. Es complicado hacer oír la voz de la política cuando a todas horas resuena el discurso del pesimismo, del "todos son iguales" y del "es imposible".
Es complicado, sí, pero alentador. Porque no todos somos iguales, y claro que se puede. Se puede si mantenemos la imprescindible rebeldía que da fuerza a los trabajadores y trabajadoras de Andalucía, que reclaman trabajo digno para hoy y mañana, que exigen sus derechos, defienden sus conquistas y se responsabilizan cívica y constructivamente de lo público. La fuerza de esta Andalucía rebelde, contestataria y crítica es la garantía de la independencia y bienestar de sus hombres y mujeres.
 


Elena Cortés Jiménez
Miembro del Consejo Político Federal de Izquierda Unida
Consejera de Fomento y Vivienda del Gobierno andaluz

Que nuestra habilidad sea crear leyendas a partir de la disposición de las estrellas,
pero que nuestra gloria sea olvidar las leyendas y contemplar la noche limpiamente.

Leonard Cohen