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“Lo han dicho en Canal Sur… eso va a misa"

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El pasado 28 de febrero a media tarde, a dos luces, casualmente entre dos aguas, entre banderas  desinfladas pero a media asta, me atreví a sintonizar y a escuchar Canal Sur Radio, la que muy raramente escucho, quizá por soberbia, lo reconozco; quizá por rabia, irremediable; quizá por sentido común, el mío; sencillamente porque no me gusta, aunque la verdad es que me encantaría  que me gustara. Escuché, como digo, en Canal Sur Radio las mismas voces que aquella tarde de hace una docena de meses o que cualquier tarde de este año o de anteriores. Escuché los mismos contenidos y halagos sobre el avance, la pujanza y la radical transformación de Andalucía, momentos entretanto aderezados con cortes radiofónicos de lo acontecido horas antes: los palos aplaudidos de Miguel Ríos a Mariano Rajoy, los sobados “apartidistas” de Estrella Morente a Susana Díaz y el golpe seco del genio Paco de Lucía sobre su guitarra, esto último lo único verdaderamente serio y cierto.
Y escuché lo que siempre, el mismo discurso de hombres y mujeres a sueldo desde la ajada microfonía pública andaluza: la eterna comparativa entre el número de kilómetros de autovía y el número de centros de salud existentes hoy y los de hace treinta años... y cosas así. Siempre la misma trenza, siempre los mismos tertulianos aunque con nombres y rostros distintos, las mismas opiniones consabidas, los mismos argumentos de antes y de ahora, los mismos tertulianos satisfechos, muchos de los satisfechos más que agradecidos, de los agradecidos algún descarado abrazafarolas y entre los abrazafarolas relucientes barrigas complacientes, todos ciegos e insensibles, embusteros lo más probable, tal vez llegados de Marte e ignorantes de una realidad que ya dura demasiado.
Ceguera voluntaria e insensibilidad consciente ante los hechos y los datos no ya mínimamente analizados sino ni siquiera mencionados. Cuando a los que sobradamente comen les toca hablar de los que ocasionalmente lo hacen, se les olvida hablar precisamente de las cosas de comer y de los que menos comen, paradojas de febrero tras una penosa cuesta de enero que ya se prolonga hasta diciembre.
Así eso, según datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) de diciembre de 2013, Andalucía cuenta con un 36,3% de desempleo, lo que tajantemente quiere decir que de cada tres andaluces uno está sin trabajo. Además, según Eurostat (Oficina Estadística de la Comisión Europea) Andalucía es la Comunidad Autónoma más pobre de España con el 38,6% de su población (diciembre 2013), tasa que ahora aumenta con motivo de la crisis pero que desde hace incontables décadas encabeza entre el resto de las comunidades autónomas, alternando dicho liderazgo con Extremadura y Galicia, sin que Andalucía “levante cabeza”, a pesar de cierto crecimiento en determinadas épocas, pero siempre más débil y discontinuo que el resto. En la actualidad, según esos datos, resulta espeluznante confirmar que casi cuatro de cada diez andaluces se sitúan en esa friolera fila de la pobreza, así es de cruda la realidad. La realidad hay que contarla, no ocultarla.
Con respecto al analfabetismo, a junio de 2013, en Andalucía había todavía más de 256.000 personas mayores de 16 años completamente analfabetas, que representan al 3,6% de los más de siete millones de andaluces que hay con más de 16 años (la población andaluza supera los 8,3 millones de personas), según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía.
Sin criticar pero por referir, como diría un amigo, resulta que en la tertulia radiofónica citada hablaron, alguno como quien informa en pleno 2014 del invento de la pólvora, del  milagro de los muchos cientos de kilómetros de autovía de Andalucía pero nadie, por ejemplo, se apeó y consideró ni vinculó el detalle de la venta de coches como uno de los termómetros de la economía de un país y que el actual parque automovilístico andaluz es el más viejo de la Unión Europea, por delante de Portugal y Grecia, según estudio publicado en la Jornada Nacional Anual sobre el Vehículo de Ocasión (febrero 2014).
Serían más los datos, los hechos y los detalles que certifican que Andalucía casi siempre la encontramos en los vagones de cola de casi todos los trenes, los no perdidos se entiende. Así, podríamos empezar por los graves y casi ancestrales problemas estructurales y las consecuencias de una sociedad siempre en dependencia, para seguir desgranando los más específicos como la todavía deficiente investigación, la insuficiente distribución comercial, las políticas agrarias discriminatorias y endosadas desde el exterior, el bajo nivel de industrialización, la arraigada y todavía desarticulación territorial y económica, la no optimización de la formación personal y profesional del andaluz y la andaluza,  junto a los permanentes valores negativos de empleabilidad, analfabetismo, pobreza… pero esto no es importante para holgados tertulianos a sueldo cuya fácil verborrea semi intelectual y su eventual moralidad les permite argumentar y justificar una realidad no existente, un cuento que en pleno 2014 ya ni huele a rancio ni siquiera sabe a chicle masticado, sino que debería ser, además de  imperdonable, delito penal. Basta ya de mentiras, piadosas o no, y de verdades ocultas.
Esas voces aduladoras, presentadas como autorizadas, son en realidad altavoces de cansinos contenidos y argumentos interesados que sin ser del todo ciertos tampoco son independientes ni objetivos, nada profesionales, que se recogen del discurso matriz de la acomodada clase política andaluza, la que clavada a fuego se va eternizando en el poder después de más de treinta años, contenidos y argumentos que se desparraman con total ligereza y arbitrariedad desde los medios de comunicación afines, muy afines, y que llegan directamente a nuestras madres y padres de postguerra, a ese público de sofá y fiel al sempiterno Juanymedio, quienes a su vez retrasmiten en la esquina de la calle, en el super, en la consulta del ambulatorio, a la salida del cole, en la cola del paro… y eso va a misa porque lo han dicho en Canal Sur.
Para una gran parte de los andaluces lo que se dice y se programa en Canal Sur parece como si fuera sagrado e incuestionable, aunque en los últimos tiempos en menor medida, afortunadamente, y no por las actitudes ni criterios del aparato que lo dirige sino por la existencia de unas nuevas generaciones, otras expectativas de la ciudadanía y una mayor diversidad formativa. Así, la Radio y Televisión Pública Andaluza (RTVA) ha sido el instrumento político mejor mimado por los sucesivos gobiernos de la Junta de Andalucía, que la han utilizado y convertido en un medio de comunicación enteramente propagandístico, al servicio de un único partido político, provista de una aparente horizontalidad jerárquica dado el numeroso y bochornoso número de cargos directivos, pero en realidad organizada desde una clarividente estructura estrictamente política y vertical, favorecido todo ello con el elevadísimo coste que supone para las arcas de la hacienda autonómica.
 

Canal Sur, como instrumento político, ha dirigido en parte la vida de Andalucía y en consecuencia de los andaluces y andaluzas, difundiendo y promocionando determinadas e interesadas señas de identidad, inventadas unas, profanadas otras, confundiendo a conciencia democracia cultural con democratización de la cultura.

Canal Sur, como instrumento político, ha dirigido en parte la vida de Andalucía y en consecuencia de los andaluces y andaluzas, difundiendo y promocionando determinadas e interesadas señas de identidad, inventadas unas, profanadas otras, confundiendo a conciencia democracia cultural con democratización de la cultura. En ocasiones, en sus 25 gloriosos años, hasta han llegado a superar el NODO de Franco con fajín y el de Fraga en Palomares. Por ejemplo, aquellas voces enlatadas de entonces podrían ser hoy las tediosas de, por ejemplo, Tom Martín Benítez ¿o no?
Pero si Canal Sur nos faltara siempre nos quedará el Rocío y su ya imprescindible presencia en nuestras vidas, esas hermosas y civilizadas escenas de muchedumbre y fundamentalismo cristiano-andaluz de masa y orgía; masas de plebeyos y orgías de nobles, juergas de vino y polvo, vino de mesa y de sacristía, polvos nobles y del camino (y en directo, oiga). Si nos faltara Canal Sur, que dios no lo quiera, jamás olvidaríamos ya la pasional y tan necesaria Semana Santa y su bendito machaque santificador, la que cada primavera tantica falta hace al pueblo andaluz, ese que, con permiso de Don Antonio, todo el año anda buscando escaleras para subir a la cruz, todo sea porque los andaluces y andaluzas “preserven sus tradiciones” y, de camino, que se olviden de las traiciones (¡gracias, Canal Sur!). Y las ferias, sobre todo la de Sevilla, ya no nos faltarán.
Los valores culturales que Canal Sur y sus pensantes directivos han decidido que sean esenciales en nuestras vidas son el Rocío, la Semana Santa y las Ferias, sobre todo la de Sevilla, auténticas  estrellas de nuestra tele y radio públicas, con todo lujo de detalle, minuto a minuto.
Y por supuesto, por supuestísimo, aunque Canal Sur nos faltara, siempre nos quedará ¡Sevilla! (¡gracias, Canal Sur!) y aunque no nos la mostraran soñaríamos con su parque de María Luisa, con ese olor a azahar del que tanto hablan, con aquel viaje gratis, bocata incluido, a la Expo (al que, todo hay que decirlo, yo me libré y resistí) y el paso por sus monumentales puentes, auténticos arcos de triunfo contemporáneos en honor al “clan de la tortilla”, triunfadores “césares” que hoy pastan en otros prados y ostentosas riberas de laureles.
 

No se trata aquí de encumbrar ningún tipo de derrotismo, se trata de batirse contra la sinrazón, no de abultar el pesimismo sino de reclamar más respeto a la inteligencia y a la dignidad del pueblo andaluz. No quisiera avergonzarme sino enorgullecerme del Gobierno de mi país andaluz y de la radio y la televisión pública andaluza.

No se trata aquí de encumbrar ningún tipo de derrotismo, se trata de batirse contra la sinrazón, no de abultar el pesimismo sino de reclamar más respeto a la inteligencia y a la dignidad del pueblo andaluz. No quisiera avergonzarme sino enorgullecerme del Gobierno de mi país andaluz y de la radio y la televisión pública andaluza.
¿Tanto cuesta contar la verdad y parar de pasarnos testigos de ilusiones baldías? ¿Tanto cuesta asumir que viajamos en el vagón de cola y motivarnos para que un día nos convirtamos en conductores del tren? ¿Tanto cuesta decir que Andalucía, sin serlo, merece estar entre las mejores y más prósperas comunidades autónomas? ¿Tanto cuesta decir que el reto es difícil pero posible? ¿Tanto cuesta, no sólo evitar, sino romper con esos tópicos de olor a incienso y sacristía y que tanto daño y tanto retraso provocan? ¿Tanto cuesta asimilar y reconocer los errores? ¿Tanto cuesta cuestionar desde la RTVA al Gobierno de la Junta de Andalucía cada vez que sea necesario? ¿Tanto cuesta dar de baja o, como mucho, sentar en el banquillo (el de los suplentes) a periodistas hooligans y sectarios como Tom Martín Benítez, por ejemplo? ¿Tanto cuesta hablar de los EREs con la misma pasión que cuando se habla de los sobres de Bárcenas a Arenas? ¿Tanto cuesta desplazar unidades móviles a eventos culturales no tan divinos ni tan elitistas como la Bienal de Sevilla o el Festival de Música y Danza de Granada, por muy populares que quieran hacérnoslos ver? ¿Tanto cuesta llamar Pan al pan y al Vino vino?
Lo que cuesta, creo yo, es lo mucho que cuesta Canal Sur.

Antonio Caba/LaLaguna/Febrero 2014

Que nuestra habilidad sea crear leyendas a partir de la disposición de las estrellas,
pero que nuestra gloria sea olvidar las leyendas y contemplar la noche limpiamente.

Leonard Cohen