El malditismo de los Panero adquirió mayor repercusión
gracias al documental “El desencanto”...
Para la época era una película estupenda, se estrenó en la
primavera del año 1976. Yo fui al estreno con Leopoldo,
como cuento en mi libro.
Era una película muy nueva y atrevida porque desnudaba el
mundo interior de la familia franquista.
De esa familia que se vendía como un modelo católico de
bondad y perfección y que por dentro era un pudridero. En
ese sentido llamó mucho la atención, como es lógico.
Lo que nadie se podía esperar es que el documental de
Jaime Chávarri no era el final de la historia sino en realidad
el principio. Es decir, todo el malditismo que puede haber
en la familia Panero (quitando al padre) vino después de la
película.
Mi libro “Lúcidos bordes de abismo. Memoria personal de
los Panero”, parte del estreno de “El desencanto”, luego avan-
za y lo que cuenta va muchos años después de la película y
va mucho más lejos, porque llegaron muchísimo más lejos
que lo que se cuenta en “El desencanto”.
Unos años más tarde, Ricardo Franco volvió a
reunir a los hermanos en “Después de tantos años”,
documental que muestra las ruinas de la familia: la en-
fermedad de Michi, el incesante periplo de Leopoldo
María por centros psiquiátricos, el desapego total de Juan
Luis hacia sus hermanos, y el reencuentro final de Michi y
Leopoldo María entre calaveras y huesos de sus parientes,
casi como extraños...
Es una película bonita, pero en realidad lo único que hace
es contar (la madre ya había muerto) que los hijos han
envejecido mal. Es una película bonita pero no agrega
mucho.
¿A su juicio, qué motivos fundamentales fueron los que
destruyeron por completo las relaciones entre los Panero?
No debiera contestar a esa pregunta sino diciendo que lean
mi libro “Lúcidos bordes de abismo”, porque trata de eso
precisamente. El libro cuenta cómo ellos van viviendo una
teoría de la destrucción, que pasa desde la culpabilidad del
padre a la culpabilidad de la madre y a la culpabilidad de la
vida, que está mal hecha. La vida es un error.
“Lúcidos bordes de abismo. Memoria personal de
los Panero”, parte del estreno de “El desencanto”,
luego avanza y lo que cuenta va muchos años
después de la película y va mucho más lejos, porque
llegaron muchísimo más lejos que lo que se cuenta en
la película”
Aparte de eso, el padre era un poeta no malo en
absoluto, pero un poeta que se había vinculado con
el régimen. Como ocurrió en tantas familias, el pa-
dre se llevaba mal con la madre. Era muy borracho,
muy bebedor (eso lo sabía todo el mundo), y parece
que, de vez en cuando, en la propia casa organizaba
broncas o regañaba. Pero eso ya es la parte de esas
familias que se presentaban como ejemplares de
cara al exterior y que por dentro eran familias mal
avenidas y muy destruidas. De lo cual volvía a tener
culpa la Iglesia, porque no permitía el divorcio y
las mujeres estaban absolutamente sojuzgadas. Eso
era lo normal, ahora, exacto no lo sabemos porque
a ninguno de los Panero los hemos conocido en la
infancia.
Lo que podemos sospechar es que eran una familia
más o menos bien, con enormes desavenencias entre
el padre y la madre.
¿Qué influencia tuvo el padre en la devastación de
la familia?
En los hijos pequeños creo que ninguna. Cuando el
padre murió en el año 1962, el hijo pequeño tenía
once años -era de mi edad- y apenas trató al padre,
no pudo tener una influencia muy directa. Leopoldo
-que tenía como catorce años- tampoco pudo tener
mucha relación con el padre. Le verían algunos en-
fados, algunas broncas...y desde luego no lo había
leído. El único que llegó a tener relación fue el mayor,
Juan Luis que tenía veinte años cuando murió.
Había leído ya la poesía del padre. En cierta manera
le gustaba y en cierta manera la rechazaba porque
era anticuada, y había llegado a tener broncas con él.
Sí, Juan Luis tuvo una relación de cercanía-lejanía
con el padre. Hablaba mal de él, aunque en el fondo
lo apreciaba; los otros muy poco.
Felicidad Blanch, la madre, era una mujer de
extrema sensibilidad...
Era una mujer muy culta y refinada, que además
venía de una familia de la alta burguesía de
Madrid venida a menos en cuanto a dinero, y que se
casó muy enamorada. Ella se sabía de memoria los
poemas de amor que le había dedicado su marido.
Después el matrimonio fracasó porque el padre
bebía y, sobre todo, porque no le hacía caso. Además
ella no le hacía caso porque iba con un amigo que era
Luis Rosales.
Felicidad le tomó manía -muy lógica- porque era el
amigo que le quitaba al marido. Ella dice una frase
muy graciosa:
“Luis Rosales me quería a mí mucho,
yo a él mucho menos”
.