Juliette Binoche es Julie
zonables aunque lo intentaran. En nuestros Tribu-
nales, cuando la palabra un negro se enfrenta con
la de un blanco, siempre gana el blanco. Son feas,
pero las realidades de la vida son así.
“Una cosa más, caballeros, antes de que termine.
Thomas Jefferson dijo una vez que todos los hom-
bres son creados igual, una frase que a los yan-
quis y al mundo femenino de la rama ejecutiva
de Washington les gusta soltarnos. En este año de
gracia de 1935 ciertas personas tienden a utilizar
esa frase en un sentido literal, aplicándola a todas
las situaciones. El ejemplo más ridículo que se me
ocurre es que las personas que rigen la educación
pública favorecen a los vagos y tontos junto con
los laboriosos; como todos los hombres son crea-
dos iguales, les dirán gravemente los educadores,
los niños que se quedan atrás sufren terribles sen-
timientos de inferioridad. Sabemos que no todos
los hombres son creados iguales en el sentido que
algunas personas querrían hacemos creer; unos
son más listos que otros, unos tienen mayores
oportunidades porque les vienen de nacimiento,
unos hombres ganan más dinero que otros, unas
mujeres guisan mejor que otras, algunas personas
nacen mucho mejor dotadas que el término me-
dio de los seres humanos.
Pero hay una cosa en este país ante la cual to-
dos los hombres son creados iguales; hay una
institución humana que hace a un pobre el igual
de un Rockefeller, a un estúpido el igual de un
Einstein, y al hombre ignorante, el igual de un di-
rector de colegio.
Esta institución, caballeros, es un tribunal. Puede
ser el Tribunal Supremo de Estados Unidos, o el
Juzgado de Instrucción más humilde del país, o
este honorable tribunal que ustedes componen.
Nuestros tribunales tienen sus defectos, como
los tienen todas las instituciones humanas, pero
en este país nuestros tribunales son los grandes
niveladores, y para nuestros tribunales todos los
hombres han nacido iguales.
No soy un idealista que crea firmemente en la in-
tegridad de nuestros tribunales ni del sistema de
jurado; esto no es para mi una cosa ideal, es una
realidad viviente y operante. Caballeros, un tribu-
nal no es mejor que cada uno de ustedes, los que
están sentados delante de mí en este Jurado.
La rectitud de un tribunal llega únicamente hasta
donde llega la rectitud de su Jurado, y la rectitud
de un Jurado llega sólo hasta donde llega la de los
hombres que lo componen.
Gregory Peck, caracterizado como Atticus Finch
para la
versión cinematográfica de “Matar un ruiseñor” dirigida en
196
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por Robert Mulligan.
“Quería que descubrieses lo que es el verdadero valor, hijo, en vez de creer que lo encarna un hombre con una
pistola. Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha
hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence”.