l Museo Thyssen‐Bornemisza pre-
senta la primera exposición mon-
ográfica en España del pintor
impresionista Camille Pissarro
(1830‐1903).
La muestra reúne 80 obras prestadas por numer-
osos museos y coleccionistas de todo el mundo, en-
tre ellas una famosa paleta donde el artista pintó
una escena campestre combinando los colores del
arcoíris. El paisaje, género que domina en su produc-
ción, centra el recorrido de la muestra, que se articula
en orden cronológico en función de los lugares donde
el pintor residió y trabajó. La mayor parte de su vida
transcurrió en pueblos como Louveciennes, Pontoise
y Éragny, pero las dos últimas salas están dedicadas a
los paisajes urbanos que pintó en la década final de su
vida: sus numerosas vistas de París y Londres, Ruán,
Dieppe y Le Havre.
pissaRro
EN EL THYSSEN
“Humilde y colosal”, como le llamó su amigo
Cézanne, Camille Pissarro es seguramente la figura
fundamental del Impresionismo y, al mismo tiempo,
la menos reconocida. El propio Cézanne declaraba
sobre él: “[...] todos venimos quizá de Pissarro. Tuvo
la suerte de nacer en las Antillas, donde aprendió el
dibujo sin maestro. Me lo ha contado él mismo.
En 1865 eliminaba ya el negro, el betún, la tierra de
Siena y los ocres. Es un hecho. ‘Pinta sólo con los tres
colores primarios y sus derivados inmediatos’, me
decía. Así que, Pissarro es el primer impresionista.”
Fue Pissarro quien en 1873 redactó los estatutos
de la cooperativa de artistas que iniciaría las exposi-
ciones del grupo. Y fue, además, el único pintor que
participó en las ocho que organizaron, desde 1874
hasta 1886. Pero su carrera sería eclipsada por el in-
menso éxito de su amigo y compañero Claude Mon-
et. Esta exposición se propone restaurar la
reputación de Pissarro no sólo como “el primer
impresionista”, sino también como maestro de los
pioneros del arte moderno.
El maestro Camile Pissarro ha sido descrito como
el “decano” o el “patriarca” del Impresionismo debido
a que era el de mayor edad del grupo (mayor incluso
que Manet) y el de mayor autoridad entre los artis-
tas más jóvenes; fue algo así como un “maestro de
pintores”. Su amiga la pintora Mary Cassatt escribió
sobre él: “Era tan buen maestro que podía haber en-
señado a las piedras a dibujar correctamente.” Tal
como destacó Richard R. Brettell, “Pissarro es un
puente entre los grandes pintores franceses de me-
diados del siglo XIX y los artistas postimpresionistas
del final de siglo”. Lo peculiar de él consiste en la cer-
canía a sus “discípulos” y en que aprendió mucho de
aquellos mismos a quienes enseñó.
Dos grandes pioneros de la modernidad, Cézanne
y Gauguin, fueron en alguna medida discípulos
suyos: trabajaron temporadas junto a él y
aprendieron mucho de sus consejos y de su ejemplo.
Pissarro enseñó a Cézanne la técnica impresioni-
sta cuando pintaban juntos a orillas del Oise, hacia
1873‐1874: “En cuanto al viejo Pissarro, fue un pa-
dre para mí. Era un hombre al que consultar y algo
así como el buen Dios.” Después llegaría Gauguin
E
Autorretrato
Museo Thyssen‐Bornemisza. Madrid
Del 4 de junio al 15 de septiembre de 2013
Comisario: Guillermo Solana