Dejad que los niños se acerquen a mí
En uno de los documentales sobre Hendrix, hay una
anécdota de otros dos grandes guitarristas, que de-
scribe muy bien lo que es sentir miedo por primera
vez. Cuenta Peter Townshend que llevó a Eric Clapton
a ver a Hendrix en su primera presentación en Lon-
dres. Ya lo habían oído en grabaciones y tenían cono-
cimiento de su poderosa presencia escénica. Oyeron
las primeras canciones callados, sin mirarse uno al
otro, y en un momento del concierto Townshend le co-
menta a Clapton: “este tipo nos va a dejar sin trabajo”.
Cuenta también que durante el concierto hubo veces
en las que se tomaron de las manos como quienes
presenciaban, sobrecogidos, un fenómeno sobrenatu-
ral. En aquel momento Hendrix no era un fenómeno
sobrenatural, ni siquiera un guitarrista, era una fuerza
de la naturaleza.
Hendrix murió en pleno apogeo artístico y creativo.
Nunca sabremos si más adelante hubiese cedido ante
las convenciones del negocio de la música y el peso
de la fama. Tampoco vale la pena especular sobre ese
tema: para mí y para muchos otros Jimi seguirá sien-
do una de las mejores representaciones del “hombre
libre”.
José Nitsuga