dehesa o las asociadas a los suelos marginales, pobres.
En ambos casos se integran diferentes usos en el espacio
y el tiempo que originan mosaicos definidos por setos,
sotos y otras estructuras que enriquecen la heterogenei-
dad ambiental y facilitan el establecimiento de mayor di-
versidad biológica. Actualmente, la transición hacia un
modelo productivo que en vez de potenciar el aprove-
chamiento óptimo, como hace la agricultura tradicional,
fomenta el aprovechamiento máximo, pone en peligro
parte de la vida silvestre andaluza.
La rica combinación de ambientes montañosos, lla-
nuras, costas, tierras de interior, humedales, bosques,
prados, dehesas, marismas… etc., que hay en Anda-
lucía representa una expresión máxima de la variabili-
dad mediterránea y la convierte en un destacado punto
caliente de la diversidad biológica en el Planeta. Así, el
número de especies y subespecies de flora silvestre que se
encuentran en Andalucía se aproxima a 4000, que repre-
senta un 50% de todas las especies que se encuentran en
la Península Ibérica, a pesar de que el territorio andaluz
sólo supone el 15% del ibérico; y es un número muy alto
comparado con las, aproximadamente, 1500 especies del
Reino Unido, las 1400 de Finlandia o 2900 de Austria,
por citar territorios con superficie no muy diferente de la
andaluza. Además, un número cercano a 500 de las espe-
cies de flora andaluza son endémicas, es decir, que sólo
se pueden encontrar en Andalucía. Respecto a la fauna,
el grado de diversidad se corresponde con el de la flora,
aunque no vamos a detallarlo aquí para no cansar más al
lector.
Para finalizar, debemos llamar la atención sobre el he-
cho de que actualmente, y cada vez mas, las sociedades
humanas se desarrollan en un entorno urbano que di-
ficulta a sus miembros comprender la dependencia ab-
soluta que tienen de los ambientes naturales. Se percibe
a la naturaleza como algo aparte, algunas veces con va-
lores estéticos, otras con valores recreativos…, pero rara
vez se aprecia que los llamados “servicios ecosistémicos”
que proporcionan los sistemas naturales sanos, como la
autodepuración del agua, del aire, el almacenamiento
de carbono…, son esenciales para el bienestar de las co-
munidades humanas. Por eso, los esfuerzos para la con-
servación de la naturaleza no solo tienen una dimensión
moral (porque es algo bueno) sino práctica, y sus benefi-
cios son susceptibles de cuantificarse económicamente.
Como hemos visto, Andalucía posee una riqueza natu-
ral como pocas zonas del Planeta, y esto carga a sus
habitantes con la responsabilidad de preservar y mejorar
esta riqueza para que las generaciones futuras
puedan disfrutar del mismo bienestar actual.
Rafael Morales Baquero
Departamento de Ecología. Universidad de Granada
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Óleo sobre cartón. (2013)
Cortesía de Paco Mohedano