que es, Andalucía sería otra tierra. Pero piensa
que aún hoy, el nivel medio educativo de los an-
daluces en edad de trabajar es inferior al obliga-
torio. Si tú haces la media de cuántos años ha es-
tudiado el total de andaluces entre 16 y 64 años,
todavía han estudiado bastante menos de los 10
años de la educación obligatoria, mientras que
en regiones del norte de España está bastante
por encima de 12. Esos 2 o 3 años, tienen un
efecto grandísimo, porque la gente tiene menos
iniciativa; menos capacidad de identificar que
lo están engañando; menos capacidad de crear
empresas, de emprender, en definitiva, menos
capacidad de crítica. Eso no lo ha cambiado la
democracia española, porque, Andalucía era la
última en los años 50 y 60 y sigue siendo la últi-
ma -quizás por detrás de Extremadura-, pero
sigue siendo la última en nivel medio de edu-
cación, y esa es la clave. Los complejos vienen
de la falta de nivel educativo.
En mi programa de radio Parapanda “La
Leyenda de los Siglos” en el cual colaboras
con la sección Siglo Económico, me comen-
taste que en Andalucía somos pioneros en
algo como la investigación y producción de
energías renovables. ¿Eso nos muestra el
camino?
Somos pioneros en investigación y produc-
ción de energías renovables; en biotecnología;
en productos agrarios de alto valor añadido...
somos pioneros en bastantes actividades con-
cretas y eso claramente nos muestra el camino.
El camino es el de la innovación, el del em-
prendimiento y el de la apertura al exterior.
Las claves del éxito de una empresa son inno-
var, estar en punta de lanza siempre, no esperar
a que los demás lo hagan por ti, sino innovar tú,
en tus procesos de producción, en lo que vendes,
en cómo lo vendes, en qué valor añadido le estás
dando a tu cliente y abrirte al exterior. Ir a ferias
internacionales, conocer qué se está haciendo
por ahí, tener clientes internacionales, muy dis-
tintos a los de aquí, para ver qué tendencias hay
en el mundo. Ese es el camino: innovación e in-
ternacionalización.
Y esto, ¿a quién corresponde, mitad socie-
dad civil, mitad poderes públicos?
Esto corresponde a las personas. Los poderes
públicos pueden despejar el camino de incer-
tidumbres, lo mejor que pueden hacer es fijar
unas reglas claras, sencillas y, sobre todo, que se
cumplan, y ya está, no tienen que hacer nada
más. En cuanto que haya reglas claras, sencillas,
estables -no podemos estar cambiando de reglas
cada cuarto de hora- y que se cumplan de ver-
dad, que el que la haga la pague desde el prin-
cipio, la iniciativa privada tiene que salir sola.
Ysto, por tanto, es una iniciativa de la sociedad.
Deben ser las personas las que creen los proyec-
tos -como en todas las partes del mundo está
pasando-, no podemos esperar que esto lo haga
el sector público; el sector público está para
proveer bienes que no hace el sector privado, y
es muy necesario que el sector público ofrezca
sanidad, educación, seguridad y defensa, pero el
resto de actividades son privadas y deben seguir
siendo privadas.
Andalucía es una sociedad eminentemente
rural pero en las últimas décadas se ha con-
vertido en una sociedad urbana donde lo rural
ha quedado anclado, ¿es quizás éste el princi-
pal lastre para Andalucía, o si por el contrario
supiéramos canalizar todas las posibilidades
de estas zonas sería esto un motor impulsor
de una nueva Andalucía?
No tiene por qué ser un lastre, el lastre no
es que haya zonas rurales muy grandes y muy
habitadas, el lastre es, como he dicho antes,
el nivel educativo medio de las personas que
viven en esas zonas. Lo que no puede ser es
que el nivel educativo de los jóvenes de Íllora
hoy, sea menor que el nivel educativo medio
de los jóvenes que estudiábamos en los años
ochenta. Ese es el lastre para Íllora como zona
rural, que sus jóvenes van a tener menos capaci-
dad de innovar, menos capacidad de hacerse
profesionales solventes que los que nos criamos
hace 20 años. Por tanto, la obsesión en las zo-
nas rurales debe ser aumentar el nivel educativo
de su gente; si la gente tiene un nivel educativo
alto, habrá iniciativa para desarrollar proyec-
tos en estas zonas porque hay muchas posibi-
lidades, pero para eso hay que captarlas y hay
que entenderlas y ¿quién las va a entender?, el
que tenga la capacidad de identificarlas, y para
eso se necesita un nivel educativo mayor que el
que tenemos.
En un programa de radio se hablaba de
que los jóvenes norteamericanos, en un 85
por ciento, se preparaban con el objetivo de
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