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favorecido todo ello con el elevadísimo
coste que supone para las arcas de la hacienda
autonómica.
Canal Sur, como instrumento político, ha
dirigido en parte la vida de Andalucía y en
consecuencia de los andaluces y andaluzas,
difundiendo y promocionando determinadas e
interesadas señas de identidad, inventadas unas,
profanadas otras, confundiendo a conciencia
democracia cultural con democratización de
la cultura. En ocasiones, en sus 25 gloriosos
años, hasta han llegado a superar el NODO de
Franco con fajín y el de Fraga en Palomares. Por
ejemplo, aquellas voces enlatadas de entonces
podrían ser hoy las tediosas de, por ejemplo,
Tom Martín Benítez ¿o no?
Pero si Canal Sur nos faltara siempre nos
quedará el Rocío y su ya imprescindible
presencia en nuestras vidas, esas hermosas y
civilizadas escenas de muchedumbre y funda-
mentalismo cristiano-andaluz de masa y orgía;
masas de plebeyos y orgías de nobles, juergas de
vino y polvo, vino de mesa y de sacristía, polvos
nobles y del camino (y en directo, oiga). Si nos
faltara Canal Sur, que dios no lo quiera, jamás
olvidaríamos ya la pasional y tan necesaria
Semana Santa y su bendito machaque santifica-
dor, la que cada primavera tantica falta hace al
pueblo andaluz, ese que, con permiso de Don
Antonio, todo el año anda buscando escaleras
para subir a la cruz, todo sea porque los anda-
luces y andaluzas “preserven sus tradiciones”
y, de camino, que se olviden de las traiciones
(¡gracias, Canal Sur!). Y las ferias, sobre todo la
de Sevilla, ya no nos faltarán.
Los valores culturales que Canal Sur y sus
pensantes directivos han decidido que sean
esenciales en nuestras vidas son el Rocío, la
Semana Santa y las Ferias, sobre todo la de Se-
villa, auténticas estrellas de nuestra tele y ra-
dio públicas, con todo lujo de detalle, minuto
a minuto.
Y por supuesto, por supuestísimo, aunque
Canal Sur nos faltara, siempre nos quedará ¡Se-
villa! (¡gracias, Canal Sur!) y aunque no nos la
mostraran soñaríamos con su parque de Ma-
ría Luisa, con ese olor a azahar del que tanto
hablan, con aquel viaje gratis, bocata incluido,
a la Expo (al que, todo hay que decirlo, yo me
libré y resistí) y el paso por sus monumentales
puentes, auténticos arcos de triunfo contem-
poráneos en honor al “clan de la tortilla”, triun-
fadores “césares” que hoy pastan en otros pra-
dos y ostentosas riberas de laureles.
No se trata aquí de encumbrar ningún tipo de
derrotismo, se trata de batirse contra la sinrazón,
no de abultar el pesimismo sino de reclamar
más respeto a la inteligencia y a la dignidad del
pueblo andaluz. No quisiera avergonzarme sino
enorgullecerme del Gobierno de mi país anda-
luz y de la radio y la televisión pública andaluza.
¿Tanto cuesta contar la verdad y parar de
pasarnos testigos de ilusiones baldías? ¿Tanto
cuesta asumir que viajamos en el vagón de cola
y motivarnos para que un día nos convirtamos
en conductores del tren? ¿Tanto cuesta decir
que Andalucía, sin serlo, merece estar entre las
mejores y más prósperas comunidades autóno-
mas? ¿Tanto cuesta decir que el reto es difícil
pero posible? ¿Tanto cuesta, no sólo evitar,
sino romper con esos tópicos de olor a incien-
so y sacristía y que tanto daño y tanto retraso
provocan? ¿Tanto cuesta asimilar y reconocer
los errores? ¿Tanto cuesta cuestionar desde
la RTVA al Gobierno de la Junta de Andalucía
cada vez que sea necesario? ¿Tanto cuesta dar
de baja o, como mucho, sentar en el banquillo
(el de los suplentes) a periodistas hooligans y
sectarios como Tom Martín Benítez, por ejem-
plo? ¿Tanto cuesta hablar de los EREs con la
misma pasión que cuando se habla de los sobres
de Bárcenas a Arenas? ¿Tanto cuesta desplazar
unidades móviles a eventos culturales no tan di-
vinos ni tan elitistas como la Bienal de Sevilla o
el Festival de Música y Danza de Granada, por
muy populares que quieran hacérnoslos ver?
¿Tanto cuesta llamar Pan al pan y al Vino vino?
Lo que cuesta, creo yo, es lo mucho que cuesta
Canal Sur.
Antonio Caba
No se trata aquí de encumbrar ningún tipo de
derrotismo, se trata de batirse contra la sinrazón, no
de abultar el pesimismo sino de reclamar más res-
peto a la inteligencia y a la dignidad del pueblo anda-
luz. No quisiera avergonzarme sino enorgullecerme
del Gobierno de mi país andaluz y de la radio y la
televisión pública andaluza.