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demás del complicado proceso de susti-
tuir la religión nativa en Nueva España por
el compendio doctrinal del catolicismo, eli-
minando el sincretismo que en la práctica
mantenía la población nativa, la Inquisición
en la colonia estaba especialmente atenta a la heterogé-
nea población que desde España se iba asentando en las
nuevas tierras americanas.
“Después de la conquista militar del imperio az-
teca en 1521, el gobierno y la Iglesia españoles ad-
virtieron la necesidad de ofrecer a los indígenas de
Mesoamérica ejemplos adecuados de la conducta
cristiana, y asegurarse de que las tierras recientemente
descubiertas no fueran pobladas por los herejes.”
(Richard E. Greenleaf, “La Inquisición en Nueva
España.”)
“Quizá la cuestión más importante a la que se en-
frentó la Inquisición novohispana fue cómo tra-
tar a los indígenas en las décadas posteriores a la
Conquista. Zumárraga estaba convencido de que su
Santo Oficio necesitaba castigar a los indígenas idóla-
tras y a los brujos, y procedió a procesar a unos 19
indios herejes durante su ministerio. El famoso juicio
del jefe indígena y cacique de Texcoco, don Carlos
Chichimecatecuhtli en 1539, terminó con su eje-
cución y quema en el cadalso, porque Zumárraga lo
encontró culpable de minar a la Iglesia española y al
poder político español en Nueva España.”
(Richard E. Greenleaf, “La Inquisición en Nueva
España.”)
Con
estos
inicios
fundacionales
y
de
funcionamiento de la Inquisición en Nueva España,
un vecino de Íllora, Juan Osorio Crespo, llegó a ser
“secretario del Santo Ofizio de la Ynquisizión de la
ziudad de México.”
D. Juan Osorio Crespo, era hijo de D. Pedro
Fernandez Crespo y de doña Catalina de Osorio. Fue
bautizado el 11/02/1654.
Respecto a sus progenitores, su madre, Catalina
de Osorio, era hija del maestro Juan Osorio, mé-
dico, y de Dª Catalina de Torres. A los 19 años de
edad Dª Catalina contrajo matrimonio con D. Pedro
Fernandez Crespo (alguacil de esta Iglesia), hijo del
que fuera sacristán y organista de la Iglesia de Íllora,
Bernabe Fernandes, y de Ynes Fernandes.
Según declaraba su padre en el año 1704, desde
México, D. Juan Osorio Crespo, “en los caxones que
en diferentes años y ocasiones embió de Indias...
socorros para mi y sus hermanos y otros parientes
suyos... cantidades y alaxas....”.
De modo que en la primavera del año 1700, D. Juan
Osorio Crespo enviaba desde México a España un ca-
jón que contenía diversos objetos litúrgicos preciosos
destinados a su casa y familia en Íllora así como para
“la Yglesia en que fui baptizado”, o sea, la Iglesia de la
Encarnación de Íllora:
Para su casa:
-Un incensario.
-Una naveta en forma de pelícano, fundada en una
concha de nácar.
-Una muceta de cambray de Campeche.
Para poner en el Altar de Jesús Nazareno de la
Iglesia de Íllora:
-Una imagen de Nª Sª de la Concepción, de marfil,
de más de media vara, de un colmillo de elefante, de
una pieza menos los pedazos del manto.
-Lleva la Virgen cosidos a sus pies, 106 pesos en
doblones, para imponerlos a renta para una fiesta,
con sermón, misa y procesión por dentro de la Iglesia,
en uno de los días de la octava de la Purísima Con-
cepción.
Los citados objetos e imagen harían la travesía en el
navío Santo Rey David, del que era capitán y dueño D.
Joseph Lopez, vecino de Cádiz.
En el año 1702, a sus 48 años de edad, regresa-
ba a España D. Juan Osorio Crespo, natural de Íl-
lora, “presbítero, secretario del Santo Ofizio de la
Ynquisizión de la ziudad de México, en las Yndias”.
Pero durante la travesía, D. Juan Osorio cayó enfermo
e hizo su testamento, falleciendo en la flota en la que
viajaba, que “arrivó a los puertos de Vigo.”
Uno de los sacerdotes de la Iglesia de Íllora, D.
Francisco Ruiz de Rozas, “comisario de el Santo Ofi-
cio de la Ynquisición”, en su testamento del año 1713,
viajeros ilurquenses a la américa colonial
relato de los viajes de juan osorio y ana de raya “la indiana”
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