Página 46 - Revista la Laguna 4

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ciento cincuenta millones de pobres gobernados
por un puñado de militares ricos y corruptos al ser-
vicio de Gran Bretaña y las compañías petroleras.
Sin embargo, para quienes estamos al margen de
la situación de Nigeria, el mayor aporte de Fela fue
el afrobeat, una combinación de música Yorubá con
jazz, funk y highlife. El resultado fue una música hip-
nótica, con canciones larguísimas pero que no cansan,
con una la percusión poderosa como un rio, solos de
saxo y de piano juguetones, líneas de bajo muy “funky”
y la voz desgarrada de Fela, como un gran jefe lla-
mando a la guerra. Ni yo ni mis hijos tenemos la más
mínima idea de lo que dicen las letras en Yorubá, pero
las cantamos a todo grito porque es imposible evitarlo:
el cuerpo te pide moverte y la garganta te pide cantar.
La producción de Fela fue abrumadora. No sé cuan-
tos CD’s compré en Lagos (oficiales y piratas) pero al
menos tengo unos 20. Mi favorito es “Live!” (1971) donde
tiene como músico invitado a Ginger Baker (baterista de
Cream), quien vivió en Nigeria desde 1970 hasta 1976.
Hoy dia podemos oir la influencia de Fela Kuti en la músi-
ca de artistas tan diversos como Beyoncé o Brian Eno.
Pero son sus hijos, Femi Kuti y Seun Kuti, y el gran Tony
Allen, su baterista de toda la vida y director musical de su
banda, quienes mejor preservan la esenciamusical de Fela.
En todo lo relativo a su vida y a su música Fela
parece haber tomado como propia la expresión de
Nietzsche: “Yo no soy un hombre, soy dinamita”.
José Nitsuga
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fela
kuti
no es un hombre,
es dinamita
i alguien duda que hay música que puede
llevar a un estado de trance sin necesidad
de las drogas o el alcohol,
le recomiendo que viaje Nigeria y vaya a
un concierto de afrobeat. Aquello es una
experiencia
colectiva
donde
músicos,
bailarines, policías, buhoneros, carteristas y
público en general quedan sintonizados en una
misma frecuencia emocional, y conectados a
través de un ritmo hipnótico y melodías sen-
suales que entran por la sangre y te controlan.
Tuve la suerte de trabajar durante casi un año
en Lagos, y allí descubrí a Fela Kuti y su legado,
el afrobeat. Fela fue en vida y continuará sien-
do por siempre un grande entre los grandes.
Quien no haya oído hablar de él, ni siquiera por
el musical de Broadway, por favor que se dé un
paseíto por la Wikipedia para conocer los detalles.
Aquí voy a dar simplemente mi punto de vista.
Fela era un hombre de sentimientos y acción, con
una posición política clara y un altísimo sentido de la
justicia. Fue una persona honesta y generosa. Jamás
engaño a ninguna de sus mil mujeres, quienes sa-
bían perfectamente que andaba con otras novecien-
tos noventa y nueve. Nunca defraudó a quienes le
siguieron como líder político, enfrentándose a los
gorilas corruptos y sanguinarios que dejaron los bri-
tánicos en Nigeria tras su independencia, para asegu-
rar sus intereses petroleros. La vida de Fela fue trágica
y ejemplar, con episodios horrendos como el asesina-
to de su madre por parte de los militares, y situaciones
paradójicas, como su deportación de los Estados Uni-
dos por no tener los “papeles” en regla, cuando ya era
una figura reconocida que había dejado una huella
profunda en la música popular norteamericana.
El afecto y la admiración que los nigerianos sienten
por Fela es abrumador. En un país tan diverso (en Ni-
geria se hablan más de 200 lenguas), este hombre es
venerado por prácticamente todas las perso-
nas que conocí allá. Quizás porque cantó y lit-
eralmente luchó por los derechos de más de
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