el “Marca”, obra de cabecera de nuestro abne-
gado presidente). Un gobierno que vende como
medida electoralista una reforma fiscal y una
rebaja de impuestos que en realidad suponen
nuevos privilegios para las rentas más altas y
nuevas infamias contra la clase media y los sec-
tores más débiles de la sociedad. ¡Ah! ¿Que no
conocen a Cicerón? Escuchemos su discurso de
más rabiosa actualidad venido del siglo I a C.:
En general los que vayan a estar al frente de
la res-pública (entiéndase “el estado”, no qui-
ero abrir ahora un debate sobre la forma de es-
tado a costa del noble Cicerón) deben tener en
cuenta dos preceptos de Platón: uno, que deben
buscar el bien de los ciudadanos hasta tal punto
que cualquier cosa que hagan debe orientarse a
él, olvidando sus propios intereses; otro, que de-
ben atender a la totalidad de la res-pública para
que, mientras se busca el bien de una parte, no
se desatienda al resto. Pues la administración de
la res-pública debe ser ejercida, como la tutela,
para bien de los administrados no de los admin-
istradores. Además, quienes se preocupan de una
parte de los ciudadanos y descuidan a la otra
parte, provocan en la ciudad el efecto más perni-
cioso: la sedición y la discordia; esto origina que
se considere que unos defienden al pueblo, otros a
las clases altas, pocos al total de los ciudadanos.
Por esto se produjeron grandes discordias en-
tre los atenienses y en nuestra república no sólo
sediciones sino también destructivas guerras civ-
iles; el ciudadano sensato y fuerte, digno de estar
entre los primeros en la república debe evitar y
odiar estas acciones y entregarse por completo
a la república, no perseguirá riquezas ni poder
y mirará por los intereses de la república de tal
manera que atienda los de todos. Y no arrastrará
al odio o la maledicencia a nadie con acusa-
ciones falsas, y en conjunto, estará tan unido a
la justicia y la honradez que, mientras las ob-
serve, preferirá sufrir cualquier daño y afrontar
la muerte, que abandonar los principios que he
citado. (Sobre los deberes, Libro I, capítulo XXV).
Que así sea.
Meneceo.
Deseos de que la canícula estival y una larga playa azul me haga olvidar por un momento lo
monstruoso: índices espectaculares de pobreza infantil, familias angustiadas, desahuciadas y
condenadas a la marginación, una brecha entre ricos y pobres cada vez más grave y un futuro
laboral mezquino para los jóvenes. Cerrar los ojos debajo de la sombrilla para no ver también
infantas imputadas, políticos corruptos, partidos con dinero negro, cuentas en Suiza, sindicalistas
en la cárcel, recortes, universidades estranguladas, colegios con alumnos desnutridos, hospitales
en los huesos, políticos precocinados y muchas, muchas mentiras
.
este país se tomara también unas largas, largas
vacaciones… Un gobierno que pervierte el len-
guaje y que no defiende más que los intereses
muy particulares de unos pocos. ¡Ay, Cicerón!
¿Conocen ustedes a Cicerón? (No, no es el apodo
de ningún nuevo fichaje de verano que anuncie