Página 55 - Revista la Laguna - 3-Andalucia

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to, hice tal cantidad de dibujos, que
aquellos elementos terminaron en
trozos tan pequeños, que fue imposi-
ble seguir dibujando con ellos.
Creo que fue un pasaje importante
de mi vida y siempre lo recuerdo como
una bella experiencia, como algo que
me dejó una huella profunda y tal
vez el primer estímulo para comenzar
una difícil carrera de artista.
Después, con el tiempo, ya pude
comprar otros lápices, otros colores y
seguir aprendiendo a dibujar, a pin-
tar y a vivir – no es fácil – sobre todo
si se hace el trabajo con honradez y se
pone en ello todo el corazón; porque a
lo largo de la vida, se aprenden tantas
cosas, que además de vivir, hace falta
reflexionar, variar los esquemas con-
tinuamente y estar atento, no sólo a lo
que sucede fuera, sino en lo que está
pasando dentro de uno mismo.
Han pasado muchos años desde
aquella caja de lápices que me regaló
mi padre y a través de todo este largo
tiempo, la pintura ha seguido siendo el
centro de mi interés y de mi existencia
– una forma de realizarme – porque
al final, cada cuadro termina siendo
una nueva aventura, una batalla,
un desarrollo de energías de las que
yo me beneficio, - pasa lo mismo que
con el alquimista – que a través de la
transmutación de los elementos, se
transforma uno a sí mismo.
Es por eso, que quien tiene la fuerza
y la humildad de quedarse un poco
apartado del desconcierto y los in-
tereses que actualmente dominan el
mundo artístico, puede concentrarse
en su creatividad y enriquecer el es-
píritu… porque al final, se llega a la
conclusión de que fuera de esto, nada
es importante, nada cambia nada, ni
siquiera la muerte”
.
Vicente Vela
¡ANDALUCES, LEVANTAOS!
SALUSTIANO GUTIÉRREZ BAENA
iví la mitad de mi vida en un pueblo típico de Andalu-
cía Oriental; Íllora, la otra la llevo en otro de Andalucía
Occidental Benalup-Casas Viejas. Con la ventaja, y la
desventaja, que da ver los toros desde la barrera, son mu-
chas las diferencias que hay entre ambos, en el dialecto,
en la forma de concebir la libertad, en la manera que se produce la
socialización, en las tradiciones y costumbres…
Pero son muchas más las similitudes. Además de tratarse de dos
pequeños pueblos, dos ejemplos de sociedades rurales en pleno pro-
ceso de cambio y urbanización, se observan valores universales que yo
los considero de raíz andaluza. Empecemos por los de carácter posi-
tivo. El primero es el de la empatía y la solidaridad. La facilidad que
tenemos para ponernos en el lugar de los otros, como siempre hemos
sido pobres, sabemos por experiencia que los ricos no dan nada, si
acaso…Por ello la necesidad de la sociabilidad, vivir en la calle, apren-
der fuera, concebir la familia como algo más grande que los parientes
más cercanos. En segundo lugar la forma de afrontar las dificultades,
la resistencia ante las adversidades, esos genes que hacen que cuando
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“Siervos de terratenientes y de chulos a caballo”
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