Página 49 - Revista la Laguna - 3-Andalucia

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se acerquen a mí
En la actualidad puede resultar obvio ¿pero
tantas lagunas y goteras sufre nuestro Estado
de Derecho como para que fuera necesaria la
creación de la figura del defensor del pueblo
en plena época dorada del llamado estado del
bienestar social?
El defensor del pueblo es necesario precisamente
porque las administraciones no siempre respetan
los derechos de la ciudadanía. Comprendo que es
un importante déficit democrático, pero esto es lo
que hay. No obstante, hay que recordar que países
democráticamente mas avanzados que el nuestro
fueron los creadores de esta institución, concreta-
mente los suecos en 1809. Es decir, que lamenta-
blemente siempre se olvidan los derechos de algu-
nos grupos y el defensor debe defender el derecho
de esos grupos.
Durante el ejercicio de ese cargo dígame, si es
el caso (y confesable), si ha recibido presiones
políticas, eclesiásticas y de otro tipo.
No he recibido presiones ni políticas ni eclesiás-
ticas en el sentido estricto del termino. He visto
comentarios y malas cara como “Que se habrá
creído este”. Mi presión mas importante es la que
me transmitían personas con problemas.
A su opinión y dejando al margen las amargu-
ras ¿qué conquistas y satisfaciones se lleva usted
tras su paso por la Oficina del DPA?
La satisfacción más importante es haber hecho de
esta institución, una institución valida y querida
por la ciudadanía. Lo he percibido mas cuando
he dejado de ser defensor que cuando lo era. Las
muestras de agradecimiento y cariño son diarias.
¿Considera como debilidad el hecho de que la
Iglesia, por extensión también parte de la socie-
dad, no acepte la normalidad y realidad de un
Estado laico y aconfesional, según reza en nues-
tra Constitución?
Creo que hay que avanzar en un estado realmente
laico y aconfesional donde tengan cabida todas las
religiones y confesiones, así como todas las ideas.
Su cese, después de catorce años como DPA,
ha sido histórico y muy singular dado que logró
la insólita unanimidad de los tres partidos en el
Parlamento Andaluz (PSOE-PP-IU). ¿Tan incó-
modo llegó a ser José Chamizo?
Han sido 17 años como defensor y ciertamente
resulté incómodo especialmente al presidente
Griñán con quien tuve varias discusiones sobre la
Ley de Dependencia. Quien ejecutó la maniobra
del cese fue
Susana Díaz
y como palmeros inex-
plicables aparecieron
Juan Ignacio Zoido
Y
Diego
Valderas
. Decirles en su cara que la gente está har-
tos de ellos son cosas que no perdonaron. Con que
a mí me hicieron un favor.
Sinceramente ¿cree usted en el reiterado men-
saje político del avance social de Andalucía, casi
como marca, en consonancia con la realidad so-
cial y cultural evidente y el ingente gasto público
realizado y la basta oferta de programas y planes
de los últimos treinta años por parte de la Junta
de Andalucía?
Hay un abismo entre los discursos pronunciados
y la realidad vivida. No tienen nada en común.
¿Piensa usted que Andalucía ha estado algu-
na vez en condiciones de emprender “segundas
modernizaciones?
Es un eslogan más. Ha estado bien el intento de
introducir las nuevas tecnologías en Andalucía con
carácter preferente. Ahora bien, las moderniza-
ciones no deben tratar sólo de nuevas tecnologías
sino de erradicación de la desigualdad sobretodo.
¿Qué maldición o bajío sopla en Andalucía
para que sigamos ocupando los últimos puestos
de casi todos los listados de calidad y desarrollo,
especialmente los referidos a educación, o acaso
son falacias del enemigo?
Yo creo que arrastramos una larga historia que
definitivamente se empañó aun más con el fran-
quismo. Con la democracia ha habido avances,
pero insuficientes. Creo que hay que ir a acciones
políticas más pequeñas, más humildes y más con-
cretas.
Dígame si aquel sueño de Andalucía de los
años setenta es hoy un fraude o, tal vez, una frus-
tración o si sigue vivo aquel espíritu participa-
tivo.
La revuelta social se producirá una vez
pase lo peor, según los ejemplos históricos
ya vividos. Una revuelta social sin violencia
que pida que los derechos conquistados
no se pierdan.