diego
cañamero
POR JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
legamos en una fría tarde de noviem-
bre al Centro Obrero Diamantino
García en El Coronil, nuestra anfitrio-
na Mari García, también del sindicato,
nos conduce a un salón de reuniones.
De las paredes del salón cuelgan numerosas fotos y
carteles con referencias al 1 de mayo, 8 de marzo, 4 de
diciembre, fechas trascendentales para la lucha obrera
en Andalucía. Diego no tarda en aparecer, su tranqui-
lidad, seriedad y timidez, contrastan con su imagen
pública. En dos horas tiene que estar en una reunión a
setenta kilómetros de aquí, aún así nos atiende.
Son innumerables las acciones sindicales en las que
ha tomado parte y cuenta las detenciones sufridas por
decenas. Lejos de dejarse amilanar, a sus cincuenta
y siete años, Cañamero sigue más activo que nunca,
siendo uno de los pocos halos de esperanza para esa
Andalucía en la que él cree, muy diferente al ofi-
cialismo de Tiene Arreglo, el Rocío, la Semana Santa
y los Morancos. Cuando le escucho hablar, en mi ca-
beza no deja de sonar la canción de Pepe Suero, una
de sus favoritas:
Andalucía, la que divierte.
Grabao a fuego lleva un puñal.
De yunques viejos, que la dirigen.
Y la enseñaron solo a rezar.
Andalucía, la que divierte.
Lleva siglos de resignación.
Y vende penas a los señores.
Que compran risas por su dolor
L
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entrevista
Fotografía de Carmen Pascual