Antes estaban Bob Dylan, Jimi Hendrix, The Bea-
tles...la gente compraba discos, se emocionaba, las
voces de los cantantes temblaban, vibraban. Ahora la
gente escucha una música muy infantil, monocorde,
sin matices, sin emoción y sin valor ninguno.
Hablando de tu trayectoria, ¿Qué significan
para ti nombres como el de los hermanos Amador,
Camarón de la Isla o Santiago Auserón?
Ha sido gente muy importante en diversas etapas
de mi trayectoria, con Raimundo empecé mi carrera,
descubrí la emoción de la música y conocí a gente
joven con mucha fuerza y a la vez con conocimiento
de la tradición, esa mezcla de tradición y vanguardia
de una actitud nueva siempre me gustó mucho, es lo
que más me motiva. Tuve el gran placer de conocer
a ese hombre genial que fue Camarón y Santiago
Auserón me ayudó con el disco “Échate un cantecito”
que me permitió dedicarme profesionalmente a la
música.
“Échate un cantecito” es evidente que marcó para
ti un antes y un después en la música ¿tiene para ti
algo de especial?
Era la última oportunidad que me dí para vivir de
la música, estaba cansado de grabar discos y que no
tuvieran éxito, ahí fue donde me ayudó Santiago. En-
contré canciones buenas que se quedaron en la me-
moria de la gente.
El año pasado te concedieron el Premio Nacional
de músicas actuales, tu reacción advirtiendo que
el mundo de la cultura está en peligro es algo que
no acostumbramos a ver de parte de los artistas, se
echa de menos que representantes de la cultura se
impliquen, sean más críticos?
Tampoco hay mucho campo para esa crítica, pocos
artistas tienen voz pero creo que los que la tienen la
utilizan, por ejemplo Caballero Bonald en su discurso
del Premio Cervantes ha hablado con mucha claridad
del momento artístico y cultural que vive España.
Según Paco de Lucía, de vez en cuando necesita
retirarse y desconectar, convertirse en Francis-
co Sánchez que es su identidad real, ¿Existe una
diferencia grande entre José María López y Kiko
Veneno?
No tanta, hay que tener en cuenta que Paco de Lucía
desde los doce años está viajando por todo el mundo,
la gente “lo quisiera estrujar”; mi vida es más normal,
nunca me he visto con esa necesidad tan apremiante
de desconectar.
Te has mostrado bastante crítico con la industria
musical, ¿Hasta qué extremo crees que se ha mer-
cantilizado la música?
La generación de músicos de los 60 y 70 se labraron
un camino nuevo que significó una gran respuesta
social, cultural y política. Todo ese movimiento
demostró un gran poder cultural. La industria a par-
tir de entonces quiso controlarlo todo y convertirlo
en algo mucho menos peligroso para ellos, la cultura
crea conciencia y desde entonces se ha visto como
algo a evitar. Es mucho más interesante para la indus-
tria patrocinar a gente como Justin Bieber porque por
ahí no van a tener nunca problemas. El proceso de
degradación e infantilización de la música se debe un
poco a eso.
La música es un trabajo tan bonito y disfru-
tamos tanto que a veces me pregunto si es por
eso por lo que el sistema nos castiga.