un perfecto observador de la sociedad que le rodea, y
con ello ha sido capaz de penetrar en la profundidad
de la sociedad decimonónica, la cual es plasmada en
las páginas de Rojo y negro llegando hasta nosotros,
lectores contemporáneos, quienes podemos apreciar
en cada una de sus líneas cómo las pasiones e inquie-
tudes del ser humano parecieran mantenerse inmuta-
bles en el tiempo. Es aquí donde reside precisamente
la naturaleza de un clásico: en que es capaz, mediante
su estética y significación, de despertar y motivar al
lector a la reflexión en cualquier época que sea leído.
En suma, quien lea Rojo y negro podrá no sólo obser-
var el carácter y la sensibilidad de una época en par-
ticular, sino que podrá contemplarse a sí mismo como
ser humano. He aquí el valor cultural de un clásico de
la literatura.
Matías Rivas. Historia y Cultura.cl
Fragmento de Rojo y Negro.
Jamás descubrió Julián en sus ojos negros más que la
necesidad física satisfecha después de las comidas, o el
placer físico esperado, antes de aquellas. Tales eran las
gentes entre las cuales se había propuesto distinguirse
nuestro amigo, pero en sus cálculos no contaba con
una cosa; no sabía, no sospechaba que ser una nota-
bilidad en los estudios de dogma, una lumbrera en
la asignatura de historia eclesiástica, a los ojos de sus
camaradas era un pecado espléndido. Desde Voltaire,
desde que el gobierno radica en las dos Cámaras, lo que
en el fondo no es otra cosa que desconfianza y examen
personal, la Iglesia de Francia parece como si hubiese
comprendido que son los libros sus principales enemi-
gos. Para ella, lo único importante es la sumisión del
corazón.
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La libertad guiando al pueblo. Eugène Delacroix (1798-1863)