Página 80 - Revista la Laguna 4

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ras el maravilloso “Old Ideas” (2012), Leon-
ard Cohen publica en septiembre, coin-
cidiendo con su 80 cumpleaños, su deci-
motercer álbum de estudio, “Popular
Problems”. 9 canciones producidas por Patrick Leon-
ard, grabadas por Jesse E. String y mezcladas por Bill
Bottrell.
Slow. Almost LikeThe Blues. Samson In New Orleans.
A Street. Did I Ever Love You. My Oh My. Nevermind.
Born In Chains y You Got Me Singing son las can-
ciones incluidas en el nuevo disco.
Retirado en un monasterio zen durante años -donde
se dedicó al estudio y la meditación-, en 2001 Cohen
regresa al impuro mundo tras comprobar cómo su
persona de confianza se había tomado demasiadas li-
cencias con su dinero. Esta desgraciada circunstancia
personal ha provocado que el maestro nos haya en-
tregado un buen número de canciones que, segura-
mente, no hubiesen visto la luz de otro modo.
Desde su retorno, Cohen ha grabado cuatro álbumes
de estudio: “Ten new songs” (2000), “Dear Heath-
er” (2004), “Old Ideas” (2012) y “Popular Problems”
(2014); además, ha publicado los directos “Field
Commander Cohen: Tour of 1979” (2001), Live at
the Isle of Wight 1970 (2009) y dos discos grabados
en directo durante su última gira mundial: “Live in
London” (2009) y “Songs from the road” (2010).
Inolvidable su actuación el 13 de septiembre de 2009
en el Coliseo de Atarfe; acompañado de una banda de
músicos colosal, Cohen -generoso como pocos- ofre-
ció un concierto de más de dos horas absolutamente
memorable. En la presentación del disco, Leonard
Cohen anunció que tiene muy avanzado un nuevo
trabajo discográfico.
“Popular Problems” es un magnífico disco, aunque
a estas alturas, sería casi un sacrilegio hablar bien o
mal del trabajo de uno de los intelectuales más impor-
tantes de los últimos cincuenta años. Como mucho,
agradecer a Catherine Tekakwitha -la santa laica que
veneran los personajes de su novela “Los hermosos
vencidos”- la inmensa fortuna de que el canadiense
errante siga en plena forma.
POPULAR
PROBLEMS
LEONARD COHEN
Fragmento de “Los hermosos vencidos” (1966)
Siempre quise ser amado por el Partido Comunista y la Madre Iglesia. Quise vivir en una canción folk como
Joe Hill. Quise llorar por el pueblo inocente al que mi bomba tendría que mutilar. Quise dar las gracias al
padre campesino que nos alimentó en la accidentada fuga. Quise llevar la manga prendida con alfileres por
la mitad, y que la gente sonriera mientras yo saludaba con la mano contraria. Quise estar en contra de los
ricos, aun cuando alguno de ellos conociera a Dante: inmediatamente antes de su destrucción, uno de ellos
se enteraría de que yo conocía a Dante también. Quise que mi cara circulara por Pekín, con un poema escrito
espaldas abajo. Quise sonreír al dogma, pero destruir mi ego contra él. Quise enfrentarme a las máquinas de
Broadway: Quise que la Quinta Avenida recordara sus senderos indios. Quise salir de una ciudad minera con
los ademanes groseros y las convicciones que me dio un tío ateo, borrachín, oveja negra de la familia. Quise
lanzarme a través de América en un tren precintado, el único hombre blanco a quien los negros aceptarían
en la negociación del convenio. Quise asistir a cócteles llevando una ametralladora. Quise decirle a una vieja
amiga, a quien le espantan mis métodos, que las revoluciones no estallan sobre las mesas de un buffet, uno no
puede picar y escoger, y contemplar su traje de noche plateado, humedecido en la ingle. Quise luchar contra
el poder de la Policía Secreta, pero desde dentro del Partido. Quise que una anciana que había perdido a sus
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