Página 68 - Revista la Laguna - 3-Andalucia

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a ese ciclo superior de gestión empresarial
podría acceder mucha de esa gente que ahora
mismo está accediendo a las facultades de em-
presariales y que finalmente sacan unas notas
del montón y terminan frustradas trabajando a
veces de comercial en una inmobiliaria.
La universidad debe dirigirse a un porcen-
taje de población menor, a las personas que
destaquen en conocimientos analíticos; alguien
que no sea buenísimo de partida en matemáti-
cas no debería hacer una carrera en la que va
a tener que estar trabajando todo el día con
números, como una carrera de economía o em-
presariales. Yo estoy dando clases de economía
a gente que no sabe calcular un porcentaje
porque no ha visto apenas matemáticas en su
Bachillerato, porque es de letras. Eso no puede
ser, eso es una fábrica de de frustración. En las
notas últimas he suspendido al 40 por ciento de
mis alumnos -y no soy de los peores profesores
en términos de ratio de aprobados-, a mí me
frustra como profesor el tener que suspender al
40 por ciento de mis alumnos.
Para el resto de población que quiere
acceder a una educación superior, ¿qué le
podemos proponer?
Una Formación Profesional mucho mejor
diseñada, con mucho más prestigio social y
mucho más ligada a las empresas. La Formación
Profesional que está triunfando en el mundo es
la Formación Profesional dual, la que se hace en
Alemania, Austria o Suiza En ella, los alumnos
pasan más tiempo, en la empresa en el aula;
todo al contrario de lo que hacemos aquí, que
solamente para cubrir el expediente mandamos
a los niños al final del ciclo dos o tres meses a
una empresa a hacer fotocopias o a mover pa-
quetes de un sitio para otro. En Alemania y
Austria, los niños se pasan cuatro o cinco meses
cada año de su grado en la empresa, trabajando
con las máquinas, con los proyectos, y con las
técnicas que van a utilizar luego cuando estén
en la calle. De hecho, cuando terminan, muchos
se quedan trabajando en la misma empresa
donde empezaron a hacer sus prácticas.
Por el hecho de ser andaluz, de ser de una
zona rural, de llegar donde has llegado con
tu esfuerzo y con tu trabajo, ¿has escuchado
alguna vez algún comentario peyorativo por esa
condición? ¿te has sentido alguna vez en ese pun-
to de mira, o fuera de Andalucía tienen un con-
cepto diferente al que nosotros podemos tener de
nosotros mismos?
Nunca he escuchado un comentario peyorativo
fuera de Andalucía respecto a mi origen, nunca. Ni
cuando daba clase en la Pompeu Fabra -que daba
la clase en castellano sin que nadie me protestara,
como me consta que siguen haciendo algunos com-
pañeros míos que siguen allí y sin ningún tipo de
problema-; ni en Estados Unidos, ni en Francia, ni
en Alemania, ni en Inglaterra, nunca. Todo el mun-
do me ha dicho “¡qué suerte tienes de vivir en An-
dalucía, es una tierra maravillosa!”; las condiciones
físicas que tenemos aquí son envidiadas por todo
el mundo, a cualquiera le gustaría estar haciendo
economía por ejemplo en un entorno como Se-
villa, donde hace sol 250 de los 365 días del año.
Para ir finalizando Nacho, si tuvieras cinco
minutos en el que toda Andalucía te estuviera es-
cuchando a la vez, ¿cuál sería tu mensaje?
El mensaje es el que te he dado varias veces a lo
largo de la entrevista: obsesionarnos al doscientos
por cien con el nivel educativo de nuestros hijos. Ya
el nivel educativo de las personas que tienen más
de 30 años es difícilmente recuperable -eso va a ser
una rémora para Andalucía en los próximos treinta
años-, pero los que tienen menos de treinta años
y que son recuperables para el sistema educativo
-tanta gente lista como hay entre nuestros jóvenes
y que ahora mismo están desperdiciando su tiempo
en no se sabe qué-, esa gente debería tener mejores
incentivos para volver y para quedarse en el sistema
educativo, no para cubrir el expediente, sino para
aprender a hacer cosas. Nuestra obsesión debe ser
especializarnos en algo que me dé bien de comer,
exactamente igual que se ha hecho a lo largo de toda
la historia. Yo, para triunfar en la vida necesito saber
algo que el de enfrente no sepa, y saber hacerlo bien,
muy bien.
Todos los poderes públicos deberían poner el én-
fasis en incentivar a los que pueden llegar arriba y
que lleguen más arriba todavía. Y respecto a los que
no pueden llegar tan alto, también necesitan mayor
atención y mejores incentivos. La igualdad de opor-
tunidades es darle a cada uno lo que necesita para
progresar.
Gracias Nacho y que la semilla que gente como
tú va plantando, al final consiga germinar en una
mejor Andalucía.
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