Página 10 - Revista la Laguna - 3-Andalucia

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¿QUÉ HA PASADO EN
Cuando hicimos un descanso para comer, nos
llegó la noticia de que una de las manifestaciones
que reclamaba la autonomía andaluza, en la
de Málaga, había muerto Manuel José García
Caparrós por tiros de las llamadas fuerzas
de seguridad al intentar colocar una bandera
andaluza en el balcón de la Diputación
malagueña. Me recorrió por todo el cuerpo un
escalofrío. Lamenté entonces no estar en mi
tierra y encontrarme en la capital de España,
que entonces considerábamos una mala madre,
porque de su nombre, de su historia y de sus
símbolos se habían apropiado una gente que no
se pueden considerar hijos suyos.
Enesos años deplena ebulliciónpolítica, social
y cultural se discutía con mucho entusiasmo y
fuerza no qué era España, que, como ya he dicho,
era un concepto ajeno para la mayoría, sino
qué había que entender de sus territorios. Aún
recuerdo que años atrás a esa fecha, leí un libro
que fue muy revelador para todos nosotros. Me
refiero al de Antonio Burgos, Andalucía ¿tercer
mundo? Se señalaba la pobreza de nuestra
tierra era la consecuencia del desarrollo de un
capitalismo español rapaz que había arruinado
las posibilidades y esperanzas de nuestra tierra,
que nos habían condenado a un estereotipo
folklórico infame. Coincidía con Alfonso Carlos
Comín en su Noticia de Andalucía.
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De la realidad andaluza ya se hizo eco Juan
Goytisolo en sus obras y, sobre todo, en su
célebre Campos de Níjar, que visitó en el lejano
año de 1957. Antes ya había estado en Almería,
como señala en ese libro: “Recuerdo muy bien la
profunda impresión de violencia y pobreza que
me produjo Almería, viniendo de la N-340, la
primera vez que la visité, hace ya algunos años.”
Había una gran ebullición, porque todos
pensábamos que la ocasión de cambiar había
llegado, que era posible desarrollar Andalucía
y acabar con su postergación permanente. Nos
preguntábamos cómo era posible que teniendo
el capital humano que teníamos, contando
con tierras tan fértiles, con una costa abierta a
tantas influencias, con una capacidad creativa
y cultural de una densidad enorme, éramos la
reserva demano de obra de las regiones (ahora se
les llama nacionalidades o naciones) del Estado
español y “disfrutábamos” de unas condiciones
sociales verdaderamente insultantes. Las
discusiones iban desde unos planteamientos
históricos rigurosos a una irracionalidad
reivindicativa. Creo que nos equivocamos
en algo fundamental. Al ser una sociedad
desestructurada, la andaluza, respondió más a
planteamientos sentimentales, absolutamente
legítimos, que a rigurosas discusiones. Por
ANTONIO MALPICA CUELLO
E
l 4 de diciembre de 1977 estaba en Madrid en una reunión que pretendía crear un grupo
de historiadores marxistas al amparo de una fundación que empezaba su andadura. Era
un joven becario que estaba a punto de terrminar su tesis doctoral y entregarla para su
posterior lectura.
ANDALUCÍA?
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